... Esa ventana una y otra vez, esperando a que pase algo verdaderamente emocionante en mi vida. Algo que no tenga que ver con sufrir, si no con vivir y sonreír sin ningún motivo aparente.
Desde que tengo memoria he soñado con el príncipe azul, con mi príncipe azul: ése que estoy segura que nunca llegará porque, seguramente, ni siquiera existe. Pero bueno, ésto es lo que suele pasarte cuando de pequeña te tragas un millón de series adolescentes en las que un rubiales de pelo sedoso y profundos ojos azules hace que con su encantadora sonrisa y su maravillosa forma de ser te encandiles con él y desees tener uno igual, o por lo menos parecido, cuando seas un poco más mayor.
Además, Disney y sus preciosas historias sobre princesas y amores perfectos siempre han estado en mi lista de películas más vistas y han ayudado, en gran medida, a crear la gran expectativa que tengo sobre el amor (que por cierto no para de darme un chasco detrás de otro).
Soy rara, lo sé. No lo niego. Es la pura verdad. Porque sigo sonriendo como una boba cuando el príncipe y la princesa terminan juntos, lloro como una magdalena cuando veo dramas y películas románticas, me paso horas recordando grandes momentos que he vivido y me pregunto por qué terminaron así y por qué lo hicieron de esa forma...
Es que... ¿Acaso no soy merecedora de un cuento de hadas o de un romance con un final, por lo menos, medianamente bonito?
La verdad, cuando me paro a pensarlo detenidamente, nunca parece que vaya a suceder o que algo vaya a cambiar para mejor en mi vida y eso hace que pierda las ganas de seguir intentándolo porque ¿sirve de algo hacerlo?
Y es por eso que decido seguir mirando a través de mi ventana, seguir viendo películas ñoñas, seguir llorando con dramones con los que me siento identificada y seguir pensando que, quizás algún día aunque yo ya no crea en ello, la persona adecuada para hacerme feliz aparecerá y ya no tendré que preocuparme por sonreír, ya que tendré motivos suficientes para ello...
Malditas pelis Disney.
ResponderEliminarLa vida real no es como lo pintan, y el chico perfecto (o al que tú ves perfecto) no se enamora de una chica de a pie.
Ya... De eso me di cuenta hace bastante tiempo, lo malo es que siempre queda una pequeña esperanza que te susurra al oído: "Tal vez..." :$
ResponderEliminar