martes, 27 de septiembre de 2011

¡Hay que gritar más fuerte!

Intentan callarme y convertir mi grito en silencio. Pretenden controlarme y hacerme tragar el bulo de que eso de “pensar por ti mismo” está pasado de moda. Quieren alejarme y dejarme al margen de lo que desearía defender si realmente pudiera y no estuviera atada de pies y manos. Desean inutilizarme y hacerme una más del gran ganado que está bajo su control.

Pero, lo que no saben y desconocen, es que conmigo no pueden; que, aunque aún no tenga los dieciocho, llevo utilizando esta cabeza como Dios manda desde hace bastante tiempo; que dentro de mí hay una voz que protesta enérgicamente exclamando al mundo que: las palabras que quieren salir desde lo más profundo de mi alma y mis manos son mis armas más fuertes e importantes. Que ellas son lo que necesito para ayudar a cambiar el mundo, aunque solo sea un poquito.

Mi corazón, aunque de mi boca no salga palabra, reclama cada vez con más fuerza que este mundo de locos debe cambiar drásticamente o acabar por completo y comenzar de cero; que el dinero no es mi dios y que nunca lo será, y, sobretodo, que él quiere rebelarse. Rebelarse, a su forma, contra todo aquello con lo que no está de acuerdo de esta maldita sociedad en la que el consumismo nos ha metido de cabeza.

Y, aunque aún me queden unos meses para poder clamar con mi voz de soprano por las calles de Madrid, quiero decir a todos que:


“¡Hay que gritar más, mucho más, hasta que nos quedemos sin cuerdas vocales. Debemos hacerlo con tanta fuerza y potencia que consigamos romper todas las cadenas que nos mantienen todavía sujetos a este mundo decadente!

Ánimo, el camino es largo pero nunca imposible.

Que no nos corten las alas que Dios nos ha dado para volar libres.

Debemos seguir siempre adelante, aunque parezca que todo está ya perdido, porque quizás entonces sea cuando está a punto de acontecerse una gran victoria.”


Con mucho amor:

Teeburu Coriso.

(Dirigido, en especial, para mis queridos Indignadxs) :)

domingo, 25 de septiembre de 2011

I love you

Se despertó de pronto sintiendo su piel contra la de ella. Le había llegado el frescor de sus mejillas y el roce frío de sus pequeñas manos. Aún con los ojos entrecerrados, vio los reflejos dorados de su rizado cabello. Respiró su perfume de eterno jazmín blanco y suspiró. Y, al sentir un suave beso con sabor a fresa en los labios, se quedó congelado. Abrió los ojos a la velocidad de la luz y miró atentamente el lado vacío de la cama de matrimonio y, tras ello, toda la habitación. Había vuelto a sentirla. Pero, esta vez, estaba casi del todo seguro de que no había sido su imaginación, si no que ella había estado realmente allí, con él.

Fidel pensó detenidamente en todo lo que había sentido antes y se fue dando cuenta poco a poco de los factores que habían incitado aquella ilusión: una brisca fresca y mañanera era la que le había acariciado; los rayos del Sol que entraban por el ventanal los que habían hecho las veces de su pelo; el olor a jazmín provenía del árbol que había plantado el mismo día del entierro de su amada. Pero el beso… El beso no había forma de explicarlo. Y, sin embargo, él lo había sentido como real. ¿Habría sido su imaginación?

De repente algo se movió en el tocador de María. Fidel se levantó con toda la rapidez que su avanzada edad le permitía y se acercó. Una carta envejecida escrita del puño y letra de su mujer estaba allí. La noche anterior no había nada encima de la mesa, a excepción del escaso maquillaje que ella usaba, su peine y su cajita de música, aquella que tenía una preciosa bailarina que se ponía a danzar al son de la melodía cuando abrías la tapa. Había sido el primer regalo que la hizo, para el aniversario de su primer mes de novios. Cogió la carta y, lentamente, la abrió. Solo ponía un par de letras, pero éstas le llegaron al corazón a más velocidad que una bala certera. Con bella caligrafía y letras mayúsculas de gran tamaño se podía leer:


“TE AMO, TE HE AMADO Y TE AMARÉ POR SIEMPRE JAMÁS.

NI SIQUIERA PIENSES AUNQUE SOLO SEA DURANTE UN INSTANTE QUE, POR ESTAR LEJOS DE TI, VOY A OLVIDARTE.

SIEMPRE SERÁS MI ALMA, MI VIDA Y MI CORAZÓN.

TE QUIERO MÁS QUE A NADA”

ETERNAMENTE.

TU MARÍA.


Millones de lágrimas adornaron el rostro de Fidel. Volvió a sentir un beso tierno con sabor a fresa en sus labios y una frágil mano acariciando su cara. Entre hipidos susurró: “Yo también te amo, vida mía. Espérame allá donde estés. Iré a tu encuentro en el momento oportuno...” Y el viento se llevó consigo millones de “Te amo” dirigidos a María.

viernes, 23 de septiembre de 2011

¿Quién soy?

Es sencillo: soy yo.

Una niña que no quiere crecer demasiado rápido, que quiere disfrutar de cada momento, que está decidida a guardar su parte infantil y a exponerla a la vista de todos aunque tenga más de cien veranos.

La que se pone a saltar y dar vueltas cuando ve algo que le gusta de verdad o que le emociona (pompas de jabón, bebés, atardeceres, cachorros…).

La que deja que brote la imaginación desde cada uno de sus poros.

La que va haciendo el tonto allá donde vaya sin importarle lo que piensen los otros.

La que puede perseguir, incansablemente durante más de una hora (solo para sentir el aleteo de sus frágiles alas entre sus manos), a una mariposa.

La que lee mil veces los libros que más le gustan intentando encontrarles alguna distinta cosa.

La que no ríe, si no que se carcajea de forma estridente, cambiante y escandalosa.

La que se guarda y traga sus problemas y se los cuenta a su peluche favorito en silencio antes de irse a la cama.

La que, si se pone un rato al sol, se quema en cero coma.

La que odia el tabaco con toda su alma.

La que fantasea con su mundo perfecto y con cosas que desearía que pasaran.

La que colecciona recuerdos y los guarda como si de oro se trataran.

La que se imagina besando a su príncipe rana.

La que dice: “Un capítulo más…” o “Espera, que acabo esta página y dejo la lectura para mañana.”

La que adora sus fotografías y vídeos de enana.

La que quiere a todos sin importar condición, nación, religión, color o raza.

La que no sabe odiar y no le gusta meter baza.

La eternamente enfermiza.

La que se queda sola por no seguir a la manada.

La que perdona aunque no entienda nada de nada.

La que se queda un sábado en casa porque prefiere mil veces leer, soñar, escribir, cantar, dormir o bailar antes que salir de juerga o terminar emborrachada.

La que prefiere ir “tapada”.

La que se queda hasta las tantas de la madrugada despierta haciendo nada.

La que se dedica a hacer fotos al cielo y, sobretodo, a las nubes, cada vez que sale de su morada.

La que ama ir disfrazada.

La friolera que se pone una chaqueta en verano por las noches y en las madrugadas.

La que tiene mil y una alergias mezcladas.

La que tiene llenas las paredes de su habitación con fotos, cuadros y chuminadas.

La que tiene su habitación llena de peluches, muñecos y almohadas.

La que cree firmemente en los ángeles, en Dios y en las hadas.

La que sueña con sus personas más amadas.

La que sonríe siempre, a pesar de que le falten las ganas.

La que canta, aunque tenga un vagón de Metro lleno para escucharla, a todas horas.

La que te escribe en este blog millones de palabras.

La que está intentando sacarte una sonrisa sin que tú te enteraras.

jueves, 15 de septiembre de 2011

¡Tilín, tilín, tilín!

¡Atención, atención!
Queridos pezqueñes y bichos míos, os quiero contar una cosa muy importante. Así que, por favor, escuchadme atentamente:

El año pasado hubo un gran sorteo, cuyo premio basaba en ganar el mejor año de la historia. Tuve la maravillosa suerte de que me tocara a mí con el número: 15092010.
Este número premiado me otorgó un año repleto de todas las sonrisas y las alegrías que siempre había deseado. Y, lo mejor de él, aunque no se dijo nada en el sorteo, es que no tiene fecha de caducidad.

¿Queréis sabes qué gané además de un año perfecto?
Es fácil: encontré dos amigas increíbles que me han ayudado, salvado y rescatado en más de una ocasión desde el primer momento en que las conocí.

Ellas ya son parte de mi pasado, de mi presente y también de mi futuro. Son parte de mi vida y ya no podría vivir sin ellas. Ellas son unas de las personas más especiales que he conocido y, por ello, les debo miles de sonrisas. Aunque no lo creáis, ya las conocéis, son: Mi compradora de sonrisas y Mi pequeña niña de mi cajita de secretos.

Sinceramente, no sé qué más contaros de ellas porque llevo doce meses haciéndolo. Como ya sabéis, ambas han tenido sus posts propios y han salido en otros tantos de forma indirecta, aunque, por supuesto, ellas sí saben en cuáles aparecen, el sentido de esos textos y el por qué de ellos...

Es cierto que ahora mismo podría escribir miles de cosas que aún me quedan por decirles pero, si es como yo espero, voy a tener toda la vida para contárselas o cantárselas de una en una. Así que, básicamente, voy a resumir todas ellas en las dos más importantes:

1) Muchísimas GRACIAS por todo lo que las tres sabemos, por lo que hemos vivido y por lo que nos queda por vivir (¡Además de por aguantarme un año entero sin escaparos nunca! jajaja).

Y...

2) Os quiero. Muchísimo no, lo siguiente. Algo así como mil millones de veces "mucho"... Aproximadamente infinito, aunque realmente esta cantidad se nos queda pequeña si la comparamos con la realidad.


Espero de todo corazón que seáis siempre tan felices
como yo lo he sido a vuestro lado.

Con mucho mucho mucho cariño:
La pesada, ñoña y cursi de Coriso. ;)

domingo, 11 de septiembre de 2011

¡Surprise! :)


Pasaros a cotillear y ya de paso... ¡Podéis comentar alguna foto! ;)
jajajajaja

¡Muchas gracias de antemano!

sábado, 10 de septiembre de 2011

Perdida de todas formas.

Estoy inmersa en un sinsentido de ir y venir, y sin embargo, no quiero salir de él porque me da miedo perderme del todo en la pura y aún más dura realidad.

Sé que seguiré mirando...

... Esa ventana una y otra vez, esperando a que pase algo verdaderamente emocionante en mi vida. Algo que no tenga que ver con sufrir, si no con vivir y sonreír sin ningún motivo aparente.

Desde que tengo memoria he soñado con el príncipe azul, con mi príncipe azul: ése que estoy segura que nunca llegará porque, seguramente, ni siquiera existe. Pero bueno, ésto es lo que suele pasarte cuando de pequeña te tragas un millón de series adolescentes en las que un rubiales de pelo sedoso y profundos ojos azules hace que con su encantadora sonrisa y su maravillosa forma de ser te encandiles con él y desees tener uno igual, o por lo menos parecido, cuando seas un poco más mayor.
Además, Disney y sus preciosas historias sobre princesas y amores perfectos siempre han estado en mi lista de películas más vistas y han ayudado, en gran medida, a crear la gran expectativa que tengo sobre el amor (que por cierto no para de darme un chasco detrás de otro).

Soy rara, lo sé. No lo niego. Es la pura verdad. Porque sigo sonriendo como una boba cuando el príncipe y la princesa terminan juntos, lloro como una magdalena cuando veo dramas y películas románticas, me paso horas recordando grandes momentos que he vivido y me pregunto por qué terminaron así y por qué lo hicieron de esa forma...
Es que... ¿Acaso no soy merecedora de un cuento de hadas o de un romance con un final, por lo menos, medianamente bonito?

La verdad, cuando me paro a pensarlo detenidamente, nunca parece que vaya a suceder o que algo vaya a cambiar para mejor en mi vida y eso hace que pierda las ganas de seguir intentándolo porque ¿sirve de algo hacerlo?
Y es por eso que decido seguir mirando a través de mi ventana, seguir viendo películas ñoñas, seguir llorando con dramones con los que me siento identificada y seguir pensando que, quizás algún día aunque yo ya no crea en ello, la persona adecuada para hacerme feliz aparecerá y ya no tendré que preocuparme por sonreír, ya que tendré motivos suficientes para ello...

sábado, 3 de septiembre de 2011

Cada noche, antes de acostarme...

Le doy gracias al Señor por haber conocido a mi compradora de sonrisas, por haberla puesto en mi camino, por hacer que sea tal y como es (con todas sus virtudes y defectos), y, sobretodo, por estar a punto de cumplir un año de haberla conocido. Quizás no sea mucho tiempo, pero ha sido muy especial.

Hacía mucho que no conectaba con alguien de esa forma "distinta" que todos buscamos y, de repente, sin comérmelo ni bebérmelo, llegó Ella con los brazos abiertos, dispuesta a arroparme y protegerme entre ellos. Sobra decir que es lo que más necesitaba en ese momento (y lo sigo necesitando): alguien que supiera escuchar, apoyar, aconsejar, opinar, entender, enseñar y hasta regañar si hiciera falta a esta pobre cabeza loca. Y, mi pezqueña, no solo cumplía los requisitos sino que, encima, ¡los superaba!



Ella está siempre al pie del cañón para todo lo que haga falta, es luchadora, jamás se da por vencida, si se hunde el barco ella se hunde con él, sabe escuchar sin juzgar y dar su sincera opinión después, sabe hacerme llorar y reír al mismo tiempo, sacarme adelante con una sola mirada o con una sonrisa, tiene una luz en su interior inigualable, es cariñosa, respetuosa, ilusa, confiada, soñadora, dulce, gran fotógrafa y escritora...
Es realmente INCREÍBLE, ÚNICA e IRREPETIBLE.
(Y estoy segura de que tendrá un futuro brillante.)



Además de todo eso suele hacer que la coja aún mucho más cariño con frases como estás (que sé que vienen desde lo más profundo de su corazón):

"No creo que te hubieras vuelto tontita y, sinceramente, hubiera sido mejor que te hubieras marginado porque el mundo no puede perder una persona como tú por las influencias."; 
"Pues debe ser imitándote a ti, tú sí que eres grande.";  "Y no sé, tú sí que te mereces ser FELIZ, FELIZ con mayúsculas y si quieres le añadimos más letras de las que tiene la palabra, porque serían demasiado pocas para lo que te mereces."; "¿Sabes, pezqueña? Te quiero mucho muchísimo, y creo que con eso se puede resumir todo, no hay otras palabras que alcancen tu grandeza. "

(¿Ves? Ya me has hecho llorar otra vez. ¡Qué horriblemente maravillosa que eres! xD )


Dios, eres tan GRANDE que no cabes en ti y me da pena la gente que no te conoce, que no te valora o que no se paran a descubrir lo que escondes en tu corazón porque, cielo, eres la Felicidad personificada o, por lo menos, el mejor medio que he encontrado para conseguirla.


Solo me falta darte las GRACIAS de todo corazón por todo eso que tú y yo sabemos, por todo lo que hemos pasado durante este año juntas, por las caídas y las remontadas, por las locuras y los grandes momentos filosóficos y de gran sensatez, por las risas... Pero, en especial, por estar siempre ahí incondicionalmente. GRACIAS.


TE QUIERE MUCHÍSIMO:
Tu hermana adoptiva. 
(Ésa que no sabría qué hacer si un día le faltas.)