Siento pavor de que ocurra lo que estoy segura que tarde o temprano pasará.
Sé que si le vuelvo a besar o tan siquiera a ver el cambio será completo y ya no seré yo. Y no quiero dejar de serlo. Quiero ser la de siempre. No quiero que mi vida cambie. Es injusto...
No poder amar, ésa sería la clave. Pero es imposible y, sobretodo, tarde. Ellos tienen la culpa de todo. Sí, sus pícaros ojos y su seductora sonrisa. Los odio. ¿Por qué tuve que conocerle? ¿Por qué tuve que enamorarme de él?
Si fuera un ángel todo sería distinto. Pero no, tuvo que nacer demonio. Y para nuestro amor sólo hay dos opciones: o cambia él o cambio yo. No, en realidad sólo hay una: mi cambio, que deje de ser lo que soy para poder estar con él, ya que él es demasiado orgulloso y egocéntrico para ello. De verdad, no sé qué es lo que le he visto. Porque, realmente, somos los dos polos más opuestos que he podido conocer...
¿Por qué me tuve que cruzar contigo? ¿Por qué me tuviste que sonreír? ¿Por qué no te maté cuando debía hacerlo? ¿Por qué salió mi vena angelical y te perdoné la vida, justo a ti, al que ponía en peligro la mía?
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Ya podríamos ser simplemente humanos. Dos humanos más que pueden hacer lo que deseen, que pueden amar y estar con aquel que les corresponda.
Dos humanos que hasta pueden demostrarse su mutuo amor carnalmente.
No sé qué parte pueda haber de real, y cuál de "metáfora" o novelización en lo que expresas. Pero una cosa es segura: que nada, absolutamente nada en el mundo, te haga cambiar tu Esencia. Nunca te conviertas en algo que no sientas como auténtico en ti, que en lo más profundo de ti no quieras ser. Siempre es bueno cambiar o mejorar cosas voluntariamente, aprender a adaptarse a nuevas y distintas situaciones, y a probar diferentes experiencias para comprobar cómo uno mismo responde hacia ellas, y en definitiva para vivir plenamente. Pero jamás debemos perder el norte que nos marca nuestra Brújula Interna (esa que nunca se equivoca).
ResponderEliminarSé Tú misma. Y que quien Ame seas siempre Tú, y no "otra".
Un abrazote, hermana
S.
(ya sabes donde estoy...)