Risa estúpida e incontenible que
se crea a causa de tus manos persecutoras de cosquillas en mi espalda.
Sonrisas que iluminan el tiempo y
el espacio provocadas por un “te quiero” de tus labios.
Susurros en mi oído de “Buenas
días o buenas noches, princesa”.
Miradas que dicen todo sin que
haga falta una eternidad observando.
Simples palabras que dicen todo
aunque parezca que no dicen nada.
Canciones de tus manos. Melodías
de mi garganta. Música para el mundo.
Besos furtivos, besos robados,
besos que callan al silencio e iluminan a los astros.
Caricias que se extienden por
todo el cuerpo como si de ondas expansivas se tratasen.
Pieles que no les importa el
calor que hace en la calle, si no que sea el de la otra el que las mantenga
estables.
Manos entrelazadas dándose
ligeros apretones que nos hacen recordar un “hasta el final del mundo” al que
ansiamos llegar juntos.
Tú y yo, nada más.
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