jueves, 29 de marzo de 2012

Maldito perfeccionismo

Te gusta hacerme llorar y ver cómo me tiemblan las rodillas. Te encanta ver cómo mis manos no pueden parar el temblor de mi corazón al volver a coger aquellos recuerdos que compartimos juntos. Esos que guarde en el fondo del armario dentro de una caja de recuerdos.
Te lo ruego, para de venir todas las noches a mi habitación a ver cómo me asusta tu recuerdo. A contemplar cuanto daño nos he hecho y el miedo que me da volver a encontrarme contigo un día, antes de que hayamos aprendido a perdonarme.
Olvida todo. Lo que ocurrió y lo que no. Olvida hasta aquello que podría haber pasado. Olvídame, te lo suplico: olvídame. Y haz que te olvide yo. Si hace falta tira la cajita de recuerdos por la ventana. Aunque se rompa en mil cachitos que jamás pueda recuperar. Rómpelo todo. Haz añicos nuestro pasado y vete. No vuelvas. No mires atrás. No me vuelvas a buscar. Porque no me lo merezco...

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Antes solían brillar por mí todas las noches y yo me quedaba mirando ese cielo plagado de estrellas artificiales hasta que caía rendida. Siempre me dormía pensando en ellas. Sin embargo, ahora, se apagan mucho antes de que me duerma. Dejan de lucir una tras otra hasta que me dejan completamente sola en la oscuridad. No sé por qué lo hacen. Quizás sea porque te echan de menos. Tal vez, están enfadadas conmigo o puede que, simplemente, se hayan cansado de brillar. Aunque, también puede tener la culpa esa capa de pintura que les puse hace dos veranos para que estuvieran más bonitas. Creo que ése fue el motivo que las disgustó y enojó tanto como para no querer pasar conmigo estas noches tan tristes.

Otra vez ha sido culpa mía. De mi perfeccionismo y mis ganas de hacer todo mejor. Tú y ellas. Ambas os habéis ido de mi lado por la misma causa. Sé que os ahogué hasta el extremo de no poder lucir por vosotros mismos. Lo siento. Me he dado cuenta demasiado tarde de aquello que hice mal. Lo siento.

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Ya no hace falta que vuelvas a mi memoria. Seré yo la que rompa lo que un día estropeó, aquello que guardaba en una caja de metal como si la culpa hubiera sido de otro. Abriré la ventana y dejaré escapar tu recuerdo entre los susurros de la primavera que se abre paso. Y te diré "adiós" muy bajito, temiendo que alguien me oiga. Cerraré la ventana. Desecharé las últimas lágrimas que derramaré por el pasado y me iré olvidando todo aquello que se le alejará de mi cuarto volando...

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