Arriba y abajo. Arriba y abajo. ¿Podré tocar las nubes si sigo a este ritmo?
Alguien grita: “¡Cuidado, dentro de poco vas a dar la vuelta!”
Sonrío y le ignoro, sigo a lo mío porque mis pensamientos están fluyendo a la misma velocidad a la que subo y bajo, voy hacia delante y hacia atrás.
El Sol veraniego centellea en lo alto. Comienza a chispear. Es el cielo que llora de alegría. El viento le acompaña cantando: “Ánimo, ya falta poco. Si sigues así podrás volar.”
Arriba y abajo. Cada vez más alto, cada vez más lejos del suelo.
Porque…
¿Para qué quedarme anclada a la tierra si lo quiero es tocar el cielo?
¿Para qué quedarme contigo si no me necesitas a tu lado?
- La brisa grita mi nombre, ¿no oyes cómo me está llamando?-
¿Para qué quedarme en este mundo si puedo estar en el mío propio?
¿Para qué ser un ángel caído cuando puedo ser solamente un ángel?
Y volar. Volar, que es lo que siempre más he deseado.
Arriba y abajo. Arriba y abajo. Esto me trae tantos recuerdos. He hecho esto mismo tantas veces que ni siquiera tendría sentido contarlas.
Surgen en mi memoria dulces momentos de mi niñez…
Recuerdo que cuando era pequeña me podía tirar horas columpiándome. Era mi mayor pasión.
Solía cantar y mirar el cielo o cerrar los ojos mientras disfrutaba del viento meciéndome, de mi pelo yendo y viniendo a su antojo (arremolinándose hacia cualquier parte, metiéndose en mi cara), del suave balanceo, de la libertad que me inundaba por completo.
Pero lo que más me gustaba era componer mientras estaba en lo alto. Me parece que es el momento más fácil para hacerlo.
Es simple, solo tengo que dejar surgir libremente a las palabras de mi garganta, a la música que se crea en mi alma y mezclarlas con ternura junto al viento que susurra en mis oídos. Al dejarlas fluir se oye una frágil canción que al menor despiste puede ser destruida y olvidada.
Es una sensación… Indescriptible. Inolvidable. Mágica.
Cuando este pequeño milagro se acaecía solía estar sola, con un pequeño abismo en torno a mí casi imposible de salvar.
¿Y ahora? ¿Estoy sola?
No lo sé, nunca lo he sabido. A veces parece que sí, otras es todo lo contrario…
Si te soy sincera, en estos instantes no me importa ni me preocupa. Es solo algo banal, carente de sentido, sin mayor trascendencia que el vuelo de los pájaros que sobrevuelan las copas de los árboles que tengo alrededor.
En el ahora, en MI ahora, solo existimos: yo, la música, el cielo, el agua y el viento.
No hay nada ni nadie más.
Arriba y abajo. Arriba y abajo. Arriba y abajo…
Desearía estar así siempre. En completa paz. Feliz, FELIZ de verdad.
:)
ResponderEliminarMe suena esa voz que dice que pronto darás la vuelta.