Cierra los ojos. No pienses en nada. Deja tu mente en blanco, como si nunca antes hubieran pasado pensamientos por ella...
Ahora, inspira todo el aire que tus pulmones soporten y retenlo dentro de ti, no lo dejes escapar. Aguanta la respiración todo lo que puedas y, cuando expulses el aire, hazlo muy despacio como si fuera algo frágil que se fuera a romper en cualquier segundo.
¡Ah, se me olvidaba! Cuando lo hagas no te olvides de lo más importante: Imaginar. Soñar con lo quieras. Hacer todos tus sueños realidad en tan solo un instante.
Cuando abras los ojos yo estaré aquí, esperándote para poder cumplir los míos. Porque TÚ, y nadie más que tú, es mi SUEÑO más preciado.
Quizá algún día me quieras, por eso, hasta entonces, te estaré esperando.
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