Todavía tengo los ojos empañados por las lágrimas, llenos de ese eterno "quiero y no puedo", "lo deseo, pero no debo". Y los surcos, creados por gotas de sal, de mis mejillas no se borran. Siguen recordándome que deseo seguir soñando aunque eso me hunda más.
Y sueño, y deseo, y pienso, e imagino... Aunque sé con eso solo gano hacerme más daño.
Y, es que, en cuanto llega una frase a mi cabeza (como: "Qué trasnochadora te estás volviendo, ¿no?"), mi cerebro la cambia totalmente mientras piensa en tu persona, y termina siendo, fácilmente, así:
"Quiero trasnochar entre tus besos, sabiendo que el mundo es nuestro y que podemos para el tiempo en cualquier momento que deseemos."
¡Ay! Si supieras lo importante que te has vuelto para mí...
Fíjate, que gran parte de mi mundo gira en torno a ti. Deberías sentirte halagado y satisfecho porque muy pocas personas han conseguido ese mérito a lo largo de mi vida: hallar un lugar gigantesco en las salas de mi corazón. Que sí, que todo el mundo tiene su rinconcito en estas salas, pero solo tú y algunos pocos más os habéis ganado a pulso una de tamaño descomunal...
Siéntete orgulloso porque ahora la tuya es mi palacio, mi castillo, y, por su culpa, ya no puedo vivir sin ella, sin ti.
Eres mi mundo, chico de ojos castaños, aunque sepa que mi amor no es correspondido...
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