viernes, 13 de enero de 2012

Alegría

Ella era la chica de las sonrisas y los deseos, la que me había hecho reír en mis tardes más tristes, la que tenía siempre palabras bonitas que dedicarle al mundo, la persona más optimista que he tenido el gusto de conocer.
Sin embargo, una de esas tardes no apareció a nuestra cita rutinaria. Y me sentí frustrado. Nunca había faltado a ninguna. Por ello, me parecía extremadamente extraño que no hubiera venido a consolarme ni hubiera aparecido para contagiarme su alegría. Estaba seguro de que algo le había ocurrido, sin embargo, no tenía medio ninguno para contactar con ella. Esperé hasta que la luna se hizo presente y me fui a casa. La siguiente tarde tampoco vino. Ni la siguiente.
Y, así, pasaron las semanas con la melancolía quemándome el alma, con la pena por no poder verla ganándole la batalla a mi tristeza rutinaria. Fue entonces cuando me di cuenta de que la necesitaba, de que sin ella yo no era nada.

Pero mi chica de las sonrisas, ésa que calmaba mis llantos y hacía perfectos mis días, ésa que, con su dulce voz, llenaba mi cabeza de maravillosas melodías, no volvió nunca. Desapareció para siempre de mi vida y nunca volví a saber de ella...

Durante un tiempo pensé y me convencí de que había sido parte de mi siempre desbordante imaginación (al fin y al cabo nunca nos fotografiamos juntos, ni dejamos ningún recuerdo palpable de nuestras tardes de felicidad), quizás había sido aquello a lo que solemos denominar "amigo imaginario". O eso creía.

Casi sesenta años después de aquella última reunión, me encontré delante de ella otra vez. Y al instante supe que siempre había sido real: sus manos eran reales, su sonrisa también lo era, todo lo que de ella recordaba era más auténtico que mi propia existencia. O, por lo menos, eso es lo que me demostraba una foto que sostenía en mis manos y que acababa de encontrar tirada al lado de una tumba realmente antigua. Mientras contemplaba detenidamente aquella imagen, un batiburrillo de sentimientos giraban como tornados embravecidos en mi interior. Me eché a llorar. Tras unos largos instantes que me parecieron horas, levanté la vista de la fotografía y observé la desvencijada lápida. En ella, un epitafio, con grandes letras de oro, rezaba:

"Aquí yace Alegría, una risueña y joven muchacha que murió a los dieciocho años a causa de un amor que no la correspondía."

martes, 10 de enero de 2012

Mi primer soneto

Lo escribí el año pasado, pero, ahora, lo acabo de encontrar y me han dado unas ganas terribles de compartirlo con vosotros. Espero que os guste. Pronto, lo prometo, publicaré más entradas.

Locura, hilaridad, deseo, anhelo.
Llenas mi pequeña alma por completo,
en ella guardo mi mayor secreto:
que si quieres puedes llevarme al cielo.

Para ti, amor mío, va este soneto
en el que totalmente me desvelo
dejando a mi pasión en deshielo
con el reto de hacerte mi amuleto.

Es que la dueña de mi felicidad
es siempre tu pitonisa sonrisa,
mezcla de tu identidad y dignidad.

Y tu risa como temprana brisa
sabe llenar de divina eternidad
la vida de esta indecisa poetisa.


Con mucho cariño:
Coriso.

domingo, 1 de enero de 2012

2011

Hoy, a día 1 de enero del 2012, digo "adiós" oficialmente a este gran año. Un año lleno de subidas y bajadas. Una completa montaña rusa de emociones y sentimientos enredados. Un año de primeras veces y de últimas.



En el 2011 he tenido momentos de felicidad intensa pero también de gran depresión pero, si no hubiera sido por ellos, no habría crecido ni me habría hecho más fuerte.

En este año he conocido a personas maravillosas, he recuperado viejas amistades, he estrechado lazos que espero no romper nunca y he profundizado en el alma de personas que me han sacado sonrisas y lágrimas hasta cuando estaba metida en mi mundo y no quería escuchar a nadie. También he perdido a personas que quería: unas se han marchado de manera irrevocable y otras se han ido porque lo han deseado así y yo no las he podido retener de forma alguna.

El 2011 me ha ayudado a ser más "yo" y a no hacer caso a las críticas o risas de los demás. Si he querido hacer el tonto por la calle, lo he hecho. Si he querido reírme durante horas, no me he cortado. Si he querido ir disfrazada o pintada a algún sitio, me han dado igual todas las miradas y los susurros que pudiera hacer la gente.

Este año he gritado para defender mis derechos, mis ideales y mis sueños junto a miles de personas y, gracias a ello, me he sentido un poco más libre, fiel a mí misma y más unida a los de mi alrededor.

El 2011 también ha significado meterme más de lleno en las cosas que realmente me apasionan o que le gustan de verdad a mis seres queridos, como: la escritura, la fotografía o la música. Un ejemplo de ello son todas las sesiones fotográficas que he tenido con una de las personas más bonitas, en todos los sentidos, de este mundo.

Durante este año he querido con todo mi corazón, sin reservas y sin miedo a perder. Me ha costado lágrimas y noches en vela, pero ha valido la pena. Y cuando hablo de "amor" no me refiero únicamente a un "él" si no también a un gran "ellas" y a un "ellos". Referente a esto, he adoptado a "unos tíos y a unos primos/hermanos/amigos", y los he convertido en mi Segunda Familia. Y ¿sabéis qué? Les quiero con locura y no les cambiaría por nada.

El 2011 me ha hecho enamorarme de miles de canciones, de letras, de cantantes y grupos nuevos (unos encontrados por casualidad y otros por recomendaciones).

Además he visitado sitios y he hecho cosas que hacía siglos que no repetía, como: ir al Templo de Debod, al zoológico, a visitar Toledo, a pasear por el centro... También he hecho cosas nuevas, como: enamorarme de McFly, abrir este blog, meterme dentro de una pompa de jabón durante unos segundos, apuntarme a un curso de escritura creativa o tener clases de música durante el verano. Sé que algunas pueden parecer tonterías sin importancia alguna, pero para mí tienen gran significado.


Por todo ello y mucho más:

Gracias por cada segundo, por cada palabra, por todas las victorias y también por todas las derrotas.
Gracias a aquellos que me han acompañado y me han acurrucado en sus brazos cuando lo necesitaba de verdad o cuando, simplemente, estaba más mimosa que de costumbre.
Gracias por los momentos vividos, por los sueños, por todo lo que he podido disfrutar y reír en este año tan irreemplazable.
Gracias a vosotros por estar siempre ahí soportándome y leyéndome de vez en cuando.


GRACIAS. GRACIAS. GRACIAS. GRACIAS. GRACIAS. GRACIAS.



Aún a riesgo de parecer repetitiva:
OS QUIERO CON LOCURA :)