miércoles, 11 de noviembre de 2015

Soneto 2012 - Historia de un corazón

Murió mi alma tiempo atrás,
un grito ruin la ahogó.
Mi afligido ser rogó,
"Aguanta un latido más".

Lágrimas secas lloré,
perdida en algún camino.
Más hallé allí un feliz destino
por el que nunca oré.

Cicatrices que no duelen.
Corazón ya revivido.
Hallo amor en tus latidos.

Dulces canciones que huelen
a recuerdos en olvido.
Mi vida cobra sentido.

domingo, 24 de febrero de 2013

Eres lo único que necesito, incluso en el más frío invierno.

Van cogidos de la mano, como siempre. Ella lleva cuatrocientas capas de abrigo, como mínimo, pero aún así no cesa de quejarse a cada instante de lo congelada que está. Él se ríe de los comentarios que hace y la mira con una sonrisa pintada en los ojos. La quiere, la quiere más que a nada y ella lo sabe. Es su princesa y nadie más puede amarla como él lo hace.

- Este es el invierno más frío de toda nuestra vida. - Dice ella, a la vez que intenta disimular un escalofrío que le ha venido de la nada.
- Si tú lo dices… Pero a mí no me parece para tanto.
- Es cierto, ¡lo han dicho hasta en las noticias!
- Ah, bueno, si lo dicen en las noticias habrá que creérselo.
- Bah, ¡déjalo! A veces no se puede hablar contigo.
 No te enfades, boba.
- No estoy enfadada.
- Vale…

Se hacen unos segundos de silencio mientras siguen paseando por el parque, dejando sus huellas marcadas en la nieve a cada paso.

-  Joder, es que estoy congelada... – Se vuelve a hacer el silencio. – Seguro que hace más frío que en el Polo Norte. ¡Los pingüinos se morirían de frío aquí!
- Que exagerada eres, sabes que eso es completamente imposible. –Dice mientras suelta una sonora carcajada. - ¿Quieres mi abrigo?
 No.
 ¿Entonces?
- Quiero que me abraces, estúpido… Jo, si es que tengo que decírtelo todo.
- Anda, ven aquí, tonta.
- Claro, lo haces porque me quejo, no porque salga de ti… - Dice mientras entierra la cara en su pecho y él la rodea con sus brazos.
- No, en realidad, estaba pensando en hacerlo desde hace un buen rato, es más, lo estaba deseando, pero quería que me lo pidieras. Deseaba que me dijeras que, incluso en el frío invierno, soy lo único que necesitas.
 Eres idiota…
 Lo sé, pequeña, lo sé.
- Pero eres mi idiota. – Ambos sonríen y se miran a los ojos. – Te amo más que a nada, deberías saberlo incluso sin que te lo dijera.
- Y yo a ti, pero nunca viene mal escucharlo, aunque sea de vez en cuando.

Cierran los ojos y se besan. Se para el tiempo mientras se funden en un abrazo.
Cuando miran el cielo descubren que ha comenzado a nevar de nuevo. Él se quita el abrigo y se lo pone a su pequeña sobre los hombros. Tras ello, le da un beso en la frente, la coge de la mano y se van juntos a casa, pisando las huellas que habían ido dejando.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Te echo de menos

A veces reflexiono sobre si es mucho pedir ser tu último pensamiento cuando te duermes y me pregunto constantemente si soy egoísta queriendo parar el tiempo todo lo que pueda cuando estoy a tu lado. No puedo dejar de pensar en si pedirle al mundo que me permita escucharte durante cinco minutos más será demasiado.

No es que sea una novia obsesiva, o eso creo, la cosa es que te echo de menos.

Te echo de menos cada vez que mis brazos reclaman abrazarte, cada instante que no siento tu presencia a mi lado, cada día que pasa lentamente hasta volver a verte, cada cosa que me recuerda a ti, cada pensamiento que me pregunta si tú te acordarás de mí la mitad de veces que yo lo hago, cada lágrima que reclama a gritos ser secada con un beso tuyo, cada temblor por el frío de mi cama, cada mirada buscando tu sonrisa entre la gente, cada silencio anhelando tu voz, cada instante que mis manos esperan ser cogidas por sorpresa por las tuyas mientras ando…

Quizás soy exagerada o una maldita quejica, pero si de algo estoy segura es de que cada segundo que pasa deseo que estés a mi lado y que te quiero. Y no miento si te digo que nunca he querido a alguien así: querer hasta faltar el aire si sé que te pasa algo, querer hasta doler cuando nos separamos, querer hasta enfermar si no pudiera ayudarte cuando lo necesites, querer hasta morir si dejaras de quererme, si intentaras olvidarme o te fueras de mi lado. Querer hasta límites insospechados.

Bueno, vale, no confundamos, todos saben que daría la vida por aquellos que amo, que les concedería mis brazos para ayudarles, que les regalaría mis piernas para que pudieran seguir andando, que me graparía los labios para que formaran una sonrisa continua si con ello consiguiera  animar sus días malos, que perdería la cabeza por ayudarles a estar un poco más cuerdos. Sin embargo, por ti nadie sabe las locuras que sería capaz de hacer, nadie imagina lo que daría por verte sonreír cada día y saber que yo soy su motivo, nadie entendería el por qué daría mi corazón por salvar el tuyo. 

Nadie.
(A veces, ni yo misma.)