Murió mi alma tiempo atrás,
un grito ruin la ahogó.
Mi afligido ser rogó,
"Aguanta un latido más".
Lágrimas secas lloré,
perdida en algún camino.
Más hallé allí un feliz destino
por el que nunca oré.
Cicatrices que no duelen.
Corazón ya revivido.
Hallo amor en tus latidos.
Dulces canciones que huelen
a recuerdos en olvido.
Mi vida cobra sentido.
Secretos nunca oídos por nadie antes se dedican a pasear despacio por mi mente durante horas, días, semanas, meses, años... Pero ahora han decido sincerarse y dejarse escribir. Si estás atento podrás escuchar que son ellos mismos los que te están hablando, los que te están leyendo lo que hay escrito más abajo. Quiérelos un poquito y no les hagas daño, que son frágiles y luego a mí me toca consolarlos por las noches cuando están soñando...
miércoles, 11 de noviembre de 2015
domingo, 24 de febrero de 2013
Eres lo único que necesito, incluso en el más frío invierno.
Van cogidos de la mano, como
siempre. Ella lleva cuatrocientas capas de abrigo, como mínimo, pero aún así no
cesa de quejarse a cada instante de lo congelada que está. Él se ríe de los
comentarios que hace y la mira con una sonrisa pintada en los ojos. La quiere,
la quiere más que a nada y ella lo sabe. Es su princesa y nadie más puede
amarla como él lo hace.
- Este es el invierno más frío de toda nuestra vida.
- Dice ella, a la vez que intenta disimular un escalofrío que le ha venido de
la nada.
- Si tú lo dices… Pero a mí no me parece para
tanto.
- Es cierto, ¡lo han dicho hasta en las noticias!
- Ah, bueno, si lo dicen en las noticias habrá que
creérselo.
- Bah, ¡déjalo! A veces no se puede hablar
contigo.
- No te enfades, boba.
- No estoy enfadada.
- Vale…
Se hacen unos segundos de
silencio mientras siguen paseando por el parque, dejando sus huellas marcadas
en la nieve a cada paso.
- Joder, es que estoy congelada... – Se vuelve a
hacer el silencio. – Seguro que hace más frío que en el Polo Norte. ¡Los pingüinos
se morirían de frío aquí!
- Que exagerada eres, sabes que eso es
completamente imposible. –Dice mientras suelta una sonora carcajada. - ¿Quieres
mi abrigo?
- No.
- ¿Entonces?
- Quiero que me abraces, estúpido… Jo, si es que tengo
que decírtelo todo.
- Anda, ven aquí, tonta.
- Claro, lo haces porque me quejo, no porque salga
de ti… - Dice mientras entierra la cara en su pecho y él la rodea con sus
brazos.
- No, en realidad, estaba pensando en hacerlo
desde hace un buen rato, es más, lo estaba deseando, pero quería que me lo
pidieras. Deseaba que me dijeras que, incluso en el frío invierno, soy lo único
que necesitas.
- Eres idiota…
- Lo sé, pequeña, lo sé.
- Pero eres mi idiota. – Ambos sonríen y se miran
a los ojos. – Te amo más que a nada, deberías saberlo incluso sin que te lo
dijera.
- Y yo a ti, pero nunca viene mal escucharlo,
aunque sea de vez en cuando.
Cierran los ojos y se besan. Se
para el tiempo mientras se funden en un abrazo.
Cuando miran el cielo descubren
que ha comenzado a nevar de nuevo. Él se quita el abrigo y se lo pone a su
pequeña sobre los hombros. Tras ello, le da un beso en la frente, la coge de la
mano y se van juntos a casa, pisando las huellas que habían ido dejando.
Contándote de:
Mi Felicidad,
Relatos,
Secretos,
Sueños y deseos,
Tú
miércoles, 17 de octubre de 2012
Te echo de menos
A
veces reflexiono sobre si es mucho pedir ser tu último pensamiento cuando te
duermes y me pregunto constantemente si soy egoísta queriendo parar el tiempo
todo lo que pueda cuando estoy a tu lado. No puedo dejar de pensar en si
pedirle al mundo que me permita escucharte durante cinco minutos más será
demasiado.
No
es que sea una novia obsesiva, o eso creo, la cosa es que te echo de menos.
Te
echo de menos cada vez que mis brazos reclaman abrazarte, cada instante que no
siento tu presencia a mi lado, cada día que pasa lentamente hasta volver a
verte, cada cosa que me recuerda a ti, cada
pensamiento que me pregunta si tú te acordarás de mí la mitad de veces que yo
lo hago, cada lágrima que reclama a gritos ser secada con un beso tuyo, cada
temblor por el frío de mi cama, cada mirada buscando tu sonrisa entre la gente,
cada silencio anhelando tu voz, cada instante que mis manos esperan ser cogidas
por sorpresa por las tuyas mientras ando…
Quizás
soy exagerada o una maldita quejica, pero si de algo estoy segura es de que
cada segundo que pasa deseo que estés a mi lado y que te quiero. Y no miento si
te digo que nunca he querido a alguien así: querer hasta faltar el aire si sé
que te pasa algo, querer hasta doler cuando nos separamos, querer hasta
enfermar si no pudiera ayudarte cuando lo necesites, querer hasta morir si
dejaras de quererme, si intentaras olvidarme o te fueras de mi lado. Querer
hasta límites insospechados.
Bueno,
vale, no confundamos, todos saben que daría la vida por aquellos que amo, que
les concedería mis brazos para ayudarles, que les regalaría mis piernas para
que pudieran seguir andando, que me graparía los labios para que formaran una
sonrisa continua si con ello consiguiera animar sus días malos, que perdería la cabeza
por ayudarles a estar un poco más cuerdos. Sin embargo, por ti nadie sabe las
locuras que sería capaz de hacer, nadie imagina lo que daría por verte sonreír
cada día y saber que yo soy su motivo, nadie entendería el por qué daría mi
corazón por salvar el tuyo.
Nadie.
(A veces, ni yo misma.)
Contándote de:
Mi Felicidad,
Relatos,
Secretos,
Simplemente YO...,
Sueños y deseos,
Tú
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)